jueves, 1 de julio de 2010

YO TENGO DERECHO A SER FELIZ.


Yo Tengo Derecho a hacer Infeliz a otros.



¨ Yo tengo Derechos a ser Feliz ¨ me decía un amigo, cuando trataba de hacer entrarle en razón por el propósito de abandonar a su mujer y sus cuatro hijos para formar pareja con una joven que había conocido meses atrás.

Me impresionaba que una persona adulta e inteligente con una carrera brillante en el difícil mundo de los seguros estuviera decidida a echar por la borda años de vida familiar arguyendo que la felicidad es un derecho como los de la Declaración universal de los derechos humanos.

No es fácil aclarar sobre a qué llamamos felicidad. Algunas personas o filósofos manifiestan que se trata de un estado de ánimo, y pretenden encontrarla en la euforia que dan las drogas o el alcohol, otros dicen encontrarla en los libros de auto ayuda. Para otros, es la satisfacción de los deseos carnales, y como están insatisfechos, se sienten casi siempre tristes. De hecho, lo que se erige como punta de moda es la identificación de la felicidad con el sentirse querido, con el estar enamorado, y en últimas, algunos que por fortuna son en menor grado buscan a los psiquiatras para que les recete una droga.

Es muy posible que por este sentimiento que suele ser falas sea el motivo de la destrucción de los matrimonios, erosionados por el tedioso paso del tiempo, el aburrimiento mutuo o el desamor infiel, teniendo como base la siempre desastrosa falta de comunicación.

Ya en la antigüedad el ilustre Aristóteles, advirtió que la felicidad no era algo que pudiera buscarse directamente, esto es, algo que se logrará simplemente porque uno se lo propone como objetivo.

Como hemos podido comprobar en algunas ocasiones, quienes ponen como primer objetivo de su vida la consecución de la felicidad son de ordinario unos desgraciados.

La felicidad es más bien como un regalo colateral del que solo disfrutan quienes ponen el centro de su vida fuera de sí, en contra posición los que piensan de manera egoísta en sí mismos y en sus propios intereses satisfaciendo sus propias pasiones.

Con la vida que llevo como esposo enamorado de una mujer excepcional, pienso que la felicidad está en hacer feliz a los demás, en mi caso debo confesar que disfruto de manera especial cuando le arranco de sus almas un estallido de alegría a mi esposa o a mi hijo o a quienes estimo. Pero sé que sería enorme mente feliz cuando este estallido de alegría lo pueda arrancar a quien no conozco y más a quienes me aborrecen. Pero disfrutaría más aún cuando este estallido de alegría lo puedo observar sin que la victima de tanta felicidad supiera de donde proviene tanta alegría.

Es decir, la felicidad no es un Derecho, que equivocado estaba mi amigo, la felicidad es un deber.

Nosotros debemos poner todos los medios posibles a nuestro alcance para hacer felices a los demás; al empeñar nuestra vida en esa tarea que se debe convertir en empresa y si lo hacemos esa será nuestra felicidad, aunque en ocasiones nos demos cuenta de esto demasiado tarde.

Creer que los seres humanos alcanzamos la felicidad acumulando dinero o coleccionando mujeres u hombres como si fueran trofeos de caza es un soberano error antropológico. El secreto más oculto de la cultura contemporánea es que los seres humanos sólo somos verdaderamente felices dándonos a los demás y eso si es una realidad.

Sabemos muchos de tecnología, de economía, de física, de calentamiento global, de crisis política, en fin, pero la imagen que permanentemente se refleja en los medios de comunicación muestran que sabemos muy poco de lo que realmente hace feliz al ser humano.

La felicidad no está en la compinchera huida con la persona amada a una paradisíaca playa de una maravillosa isla en pleno Caribe, abandonando las obligaciones cotidianas que por supuesto, en algunas situaciones suelen hacerse muy pesadas, eso no sería la felicidad sino una verdadera irresponsabilidad y por ende un seguro problema que nos haría terriblemente desgraciados.

La felicidad no puede basarse en la injusticia, en la causa del dolor de los demás, o en el olvido de los compromisos personales, familiares y laborales. Cuando aprenderemos que la felicidad del hombre es directamente proporcional a la felicidad del prójimo, y más cuando ese prójimo son a quienes amamos, y a quienes no conocemos; que no se trata de un Derecho sino más bien un deber; un resultado de un serio cumplimiento, gustoso y dificultoso, del deber y aparecer siempre en nuestras vidas como un regalo del todo inmerecido, como un premio a la entrega donada y personal a los demás, en primer lugar al cónyuge, a los hijos y a los padres, y en segundo lugar a toda persona que requiera nuestro servicio.

Ya sé donde está la felicidad, es una lástima que muchos no lo sepan.

¿Entonces donde está la felicidad? Muy sencillo, la felicidad está en el amar, amar sin medida, sin restricciones, sin cortapisa, amar, amar hasta que el alma duela de amor, amar sin mirar a quien, simplemente amar, para eso fuimos hechos. ¿es mucho pedir?



Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los Martes

C. E. R

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja




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