miércoles, 12 de mayo de 2010

UNA NUEVA TIRANIA HA NACIDO.


Por aquello del azar; y quiero pensar que es así. Leyendo noticias atrasadas aprovechando el poco tiempo que me deja mi trabajo, me encontré que la fecha en que se conmemoraba uno de los mayores éxitos de la humanidad, la caída del muro de Berlín, manifestación invaluable de la libertad, coincidió con la sentencia del sarcásticamente llamado Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que haciendo uso de su avasallador poder y llevando como, el ya desgastado eslogan de los derechos humanos, ordena de inmediato la retirada de los crucifijos de las aulas de clases en los centros educativos y de los hospitales.

Hay cosas que no entiendo, bueno; no quiero entender so pena de una enorme desilusión humana. Una corte de encopetados juristas que con su dedo acusador señalan una encarnizada violación de los derechos humanos, y se molestan por denunciar y ordenar bajo sentencia de grave violación a los derechos humanos, unos crucifijos símbolos de identidad religiosa de occidente y obvian, las masacres en Irak, desarrolladas por el Ejercito de USA, los presos políticos en la base de Guantánamo, las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, en fin, no acabaría señalando la desastrosa violación de los Derechos Humanos en el planeta para que estos jurisconsultos del más rancio abolengo aristocrático del Derecho Internacional se fijen en unos simples crucifijos en unos salones de clase. Pareciera que no tienen trabajo estos Señores, ¿Cuánto les pagarán?


La retirada de los crucifijos quizá sea la más aparente, por lo que tiene de simbólica; pero detrás de esta retirada está el claro suicidio de Occidente, que ante el acorralamiento aparente hace como los escorpiones, se inyectan su propio veneno, y en este arrebato de inconsciente autodestrucción, como ya es costumbre, se disfraza con los ropajes de una falsa libertad, reniega de los logros que han fundado su identidad, el cristianismo.


Esto que la ya molesta propaganda denomina ¨ Victoria de la libertad ¨ no se sino la victoria de la más feroz y solapada de las tiranías, que no es otra cosa que el plan perfecto para despojar a la persona humana de su capacidad de discernimiento moral.

Estas tiranías clásicas, envueltas en los más finos ropajes que tapan los andrajos de la represión, al ejercer sobre las conciencias una violencia coactiva, aun permitía a sus aplastados y humillados cierto grado de resistencia: pues todo expolio de los que es constitutivamente humano genera en quien lo soporta una reacción lógica y natural de defenderse.

Pero esta nueva tiranía es mucho más peligrosa, ya que su actuación es soterrada y rastrera solo comparable con quien más odia al ser humano. No pensemos que solo actúa reprimiendo la conciencia moral, sino arrebatándosela; de tal modo que sus sometidos dejan de regir su conducta por la capacidad de discernimiento, es decir, dejan de ser personas humanas, para guiarse únicamente por la satisfacción de sus intereses y caprichos.

Esta nueva Tiranía, ataviada con los bellos pero tramposos ropajes de la mal llamada libertad, otorga a esos intereses el estatuto jurídico de ¨ derechos¨, sin importarle que sean intereses egoístas o criminales; porque en la protección de tales intereses la nueva tiranía ha encontrado el modo de mantener a sus sometidos satisfechos. No sé porque, me siento como si estuviera viviendo la novela de un mundo feliz de Huxley, ojalá la leyeran y verán que nos estamos acercando a ese infierno de vida.


Ahora bien. Ya no son hombres, sino bestias satisfechas, porque han extraviado la capacidad para discernir lo que es justo y lo que es injusto, lo que es bueno al hombre y lo que es malo al hombre; pero las bestias satisfechas en sus intereses y apetitos insanos, egoístas y criminales, además de adorarse a sí mismas, adoran a quien les permite vivir sin conciencia, pues si alguien les devolviera la capacidad de discernimiento la vida – o su vida infrahumana – se les tornaría insoportable.

Esta es la razón por la que la nueva tiranía ordena la retirada de los crucifijos. Constituyen un recordatorio lacerante de que hemos dejado de ser propiamente dicho personas humanas. Esta Imagen de Cristo nos recuerda que nuestra naturaleza caída fue abrazada, acogida, redimida, perdonada, y hoy ama por Aquel Cristo que murió colgado del madero. Pero la noción de redención, como la de perdón, exige una previa capacidad de discernimiento moral; exigen un juicio sobre la naturaleza de nuestros actos. Y cuando alguien se niega a juzgar sus propios actos, por considerar absurdamente que están sustentados en los conceptos de libertad omnímoda, la presencia de un crucifijo se torna lesiva agónica y culpabilizadora.


Lo que la nueva tiranía nos promete es que podemos vivir sin ser redimidos ni perdonados, que podemos vivir sin culpa ni agonía; esto es, sin lucha con nuestra propia conciencia, por la sencilla razón de que hemos sido exonerados de tan gravosa carga.

La nueva tiranía nos promete que todo lo que nuestra naturaleza caída apetezca o ansíe será de inmediato garantizado, protegido, consagrado jurídicamente; lo mismo da que sean meros caprichos de bebe berrinchudo que crímenes infrahumanos como el aborto a la pedofilia, y no debemos dejar de menos a Eutanasia. Frente a esta promesa de libertad omnímoda, el crucifijo aparece entonces a los ojos de esos hombres que ya no son hombres sino bestias engordadas y sebosas por los apetitos de la carne, como una oprobiosa cadena: les recuerda que han renunciado a su verdadera naturaleza; les recuerda que esa naturaleza a la que han renunciado era su posesión más preciosa; les recuerda que Dios mismo entregó su vida por abrazarla.


¿Y ahora qué? Chupen por pendejos. Ojala no sea tarde para arrepentirse.

Cuidado con los organismos multilaterales.

Creo que por este escrito son capaces de matarme, pero, MI VIDA PARA CRISTO, GLORIA AL PADRE AL HIJO Y AL ESPIRITU SANTO.

Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los Martes

C. E. R

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja





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