jueves, 10 de junio de 2010

¡SE BUSCA VIVO O MUERTO!


SE TRATA DE UN CRIMINAL EXTREMADAMENTE PELIGROSO.


ALIAS: CATOLICO.


DELITO: PROMETE UNA VIDA ETERNA A CAMBIO DE AMAR.


Bienaventurado los que son perseguidos por mí causa………….


Hace ya un año aproximadamente, mi esposa me regaló un libro el cual disfruté como nunca y recomiendo su lectura. El Titulo; - TESTIGOS DE LA ESPERANZA – Su autor, Cardenal F. X. Nguyen van Thuan.

Esta lectura me llevó a investigar sobre una parte de mi iglesia Católica que si bien sabía de su existencia, y algo de su interesante historia, no conocía muy bien de una parte de esa historia. Pero no se trata de un conjunto de hechos comunes; se trata de una vida oculta de nuestra iglesia una vida llena de amor y de dolor, de entrega y donación, se trata de una serie de relatos en los cuales se oculta el misterio sublime de ser un verdadero católico. Una historia muy actual, una historia del hoy, del ya, del ahora, que me hace sentir orgulloso de ser Católico, y al mismo tiempo meditar sobre cuánto me falta para ser un buen Católico, y mi insignificante FE.

La persecución religiosa en los países orientales y musulmanes, no han generado muchos escritos sobre todo en castellano, sin embargo en países como Italia han empezado a publicarse tímidamente algunas obras testimoniales que, poco a poco, se traducen a nuestro idioma y corren una cortina sobre la realidad que de alguna manera siento, que se quiere ocultar, por algunos sujetos y organismos multilaterales que no les conviene que se sepa esta violación a los Derechos Humanos; ya me imagino quienes son. De esto no dice nada el famoso y grandioso Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo, y mucho menos la ONU con sus manipuladoras ONGs, ojalá, siquiera se pronunciaran al respecto pero eso sería una soberana quimera, sabiendo quiénes son estos jurisconsultos.

Los textos recogen numerosos testimonios autobiográficos impresionantes. Aunque no son estrictamente de mártires, si son claramente confesores de nuestra Fe Católica Cristiana. Cuando lo leía, algo en mí me sacudía de una manera muy peculiar y ciertas lágrimas se dejaban en fuga de pensar que fe tengo. Pero no tanto por la persecución en sí, que es inevitable en la vida de nuestra iglesia, si no por el enorme olvido a que hemos sometido a estos hermanos, a estos cristianos, máxime cuando tenemos aún los recientes acontecimientos propagandísticos del Partido Comunista Chino con motivo de las Olimpiadas en las que las autoridades chinas decomisaban las Biblias que algunos deportistas llevaban.

Hay relatos espeluznantes y a la vez edificadores como el del Padre Francisco Tan Tiende, que pasó 30 años de trabajos forzados en el gélido norte de China, sufriendo muchos inviernos con temperaturas de hasta 40 grados bajo cero, con el único delito de ser Católico, O del Padre Juan Huang, 25 años encarcelado y condenado a trabajos forzados, por tratarse de un Católico. En uno de los campos donde se le recluyó se llegaron a suicidar más de mil personas. Siendo sacerdote, durante 30 años no pudo celebrar la Santa Misa; tan sólo una vez, en todas y en cada una de las tres prisiones en las que fue encarcelado, rezaba en secreto las estaciones del Vía Crucis, difícil de imaginar para los que la práctica religiosa es tan fácil que la olvidamos frecuentemente. Ahora tengo una nueva regla de vida, y una enorme vergüenza.

Otro testimonio que me arrancó las lagrimas del alma es el del Cardenal in pectore Ignacio Gong Pinmei que, siendo obispo, en 1955 fue víctima de una redada en la que cayeron un centenar de Católicos. Fueron conducidos al canódromo de Shangai y ante las peticiones de los carceleros para que renegaran de su fe, él contestaba a gritos ¡VIVA CRSITO REY ¡ ¡VIVA el Papa! Para luego ser muerto con sentencia de muerte por ser CATOLICO. Esto me hacia recordar a los valientes cristeros mexicanos que luchaban por defender nuestra Iglesia y los sacerdotes, o las historias del Padre Antonio cuando siendo seminarista en Nicaragua era perseguido por el Ejército sandinista, y se ocultaba con sus compañeros en las montañas selváticas hasta que pasara la guardia. Muchos de sus compañeros fueron fusilados en los pueblos de la campiña nicaragüense.

Una tradición católica de varias generaciones en la ciudad de Shangai ha procurado que esta ciudad tenga decenas de confesores de la fe, víctimas de las persecuciones comunistas. No puedo dejar de resaltar tampoco el relato del Vía Crucis que sufrieron los monjes trapenses de Yangyiaping que pertenecían a una de las fundaciones monásticas más antiguas de China.

Aún hoy decenas de obispos y sacerdotes siguen en prisión. Incluso hay obispos católicos chinos de los que no se sabe exactamente donde están o siquiera si viven y como es obvio la ONU y las cortes de los Derechos Humanos se distinguen por su lógico silencio. Leer estos escritos y rezar por los protagonistas es casi un deber o puedo decir una obligación de conciencia católica.
Se trata de la otra Iglesia, mi otra Iglesia olvidada por mí. Que culpable soy y he de confesar este pecado que me duele; un pecado de omisión, olvidar a estos valientes y amorosos católicos en cuya sangre se edifica mi iglesia Católica.

No dejaré de orar por estos hermanitos en Cristo Jesús, que me recuerdan donde está mi hogar, y cuál es la meta o mejor dicho la estrella de Belén que debo seguir para llegar a casa.

Señor , que sea carne en Tu Carne, que sea alma en Tu Alma, que sea sangre en Tu Sangre, que todo aquel que me vea Te Vea y que todo aquel que me escuche Te escuche, que sea uno con Tigo como Tu eres uno con el Padre.

Señor Ya sé cuál es tu Iglesia remanente que con fervoroso amor y oración espera tu, ya muy pronto regreso.


Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los Martes

C. E. R

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja

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