jueves, 11 de marzo de 2010

LA FAMILIA UN PEDACITO DE CIELO - 6 PARTE


LA FAMILIA, UN MISMO FIN.

Yo pienso en Dios y lo dicho por Jesús en los Evangelios ¨ sean perfectos como lo es mi padre ¨ ¿Que le vamos hacer? Si los atributos de Dios, para el hombre son inimitables. Pero el Amor y respeto del Padre, la bondad y misericordia del Hijo y la disponibilidad en el servicio que en beneficio de los hombres tiene el Espíritu Santo deben servir de enseñanza y ejemplo para el ser humano y modelo de trabajo armónico para la familia humana.

Pero esta Paz que genera la armonía del trabajo conjunto no es posible si entre los esposos, no hay respeto ni existe esa reverencia propia de quienes conviven en santidad bajo la mirada amorosa de Dios.

Para que en las familias exista un equilibrio armónico y por ende no existan las divisiones y las contiendas, enraizadas en los egoísmos, los dos cónyuges deben trabajar unidos con una misma meta en un mismo proyecto, y este es LA FAMILIA, ese es el tema, LA FAMILIA como un mismo fin, la salvación del alma y la gloria de Dios.

Siendo la familia reflejo del amor de Dios y de la bondad de Dios, no debería existir entre los miembros que la conforman ni el orgullo, ni la soberbia, pues de manera automática estos pecados capitales generan de inmediato, división y enemistad.

En la gran mayoría de los hogares nos podemos dar cuenta que estos sentimientos abundan, en especial el mío, de esto que la lucha por erradicar este terrible enemigo sea constante y sin tregua; un ejemplo para luchar contra estos vicios familiares, es cuando yo le entrego a mi esposa cuanto devengo en mi trabajo y ella se encarga de la administración del hogar, la verdad, este ejercicio nos ha unido más, una sola familia, una sola carne, un solo bolsillo, una sola chequera y dos firmas, JAJAJA no,(perdón) mejor una sola firma, la firma de la confianza.

Ciertamente las escrituras se cumplen cuando nos advierten que los enemigos del hombre se encuentran en nuestra casa.

Pero, ¿por qué, allí donde debería haber paz, hay contienda? Bien, porque en la realidad el ser humano, es decir, nosotros hemos perdido la verdadera razón de la familia humana, hemos perdido el sentido de las enseñanzas de Cristo, hemos sacado a Nuestro Señor de nuestros hogares y como caballero que es, Él se retira, y lo peor, lo dejamos retirar, e incumplimos nuestra verdadera misión como Cristianos que no es otro que proyectar sobre el mundo, la bondad y el amor del Padre, la Misericordia, generosidad y servicio del Hijo, y la ayuda fiel, compasiva y siempre fructífera del Espíritu Santo, Dador de vida y Santificador de almas.

¿Cómo podemos hacer para que reine la paz, si como esposos hemos perdido la fe y solemos vivir sin esperanza? Como humanos hemos corrompido y tergiversado el concepto de amar, no sabemos o mejor dicho no queremos comprender que es el verdadero amor y lo acomodamos a nuestro interés engañándonos a nosotros mismos pensando que se trata de un despliegue de lujurioso encuentro de simple atracción sexual y estamos completamente equivocados; pensamos que el amor soporta las desviaciones naturales y le llamamos amor a los encuentros carnales de los hombres con hombres y mujeres con mujeres. El hombre que no es fiel a Dios, no es fiel a la mujer y no es fiel a su propia conciencia, y terminará, consumiéndose en su propia maldad.

La familia Cristiana teniendo como modelo a la Familia de Nazaret, debería ser una casa de oración y una iglesia domestica, donde todos los miembros permanecieran unidos por amor y enriquecidos por la oración.

Desde el principio las familias cristianas en la antigua Iglesia, que abrazaban la fe en Jesucristo, aceptaban la doctrina y se reunían en las casas para la oración y compartir el Pan, y como dicen en los Evangelios, Vivian felices y todo lo tenían en común.

Pero muchas familias en la actualidad nos encontramos con una comunicación rota y unos herimos a los otros sin compasión con nuestras sucias impurezas y engaños cayendo en adulterios y desordenes; y como si esto fuera poco caemos en el error sobre el conocimiento de Dios para justificar nuestras iniquidades, apartándonos del bien, para llamarla paz, dicha y felicidad y con nuestro mezquino comportamiento hemos envilecido y ultrajado el gran sacramento del Matrimonio, sin tener en cuenta que, todo en este mundo se paga.

Ahora bien. Este tormento de infidelidad que llevan a los matrimonios al rompimiento y a las familias a la destrucción, recae como bestia enfurecida sobre los más inocentes de las torpezas de los padres; los hijos, pues está escrito; ¨ Los padres comieron agraces y los hijos sufren de dentera. ¨

¿Cuánto tenemos que pensar en esta época tan tortuosa? ¿Cuánto debemos de luchar para no separarnos de nuestro Dios? ¿Cuánto debemos estar atentos a quienes quieren que nuestras familias sean destruidas? ¿Cuánto?, ¿nos hemos preguntado? Preguntémonos, ya es hora de hacerlo.

Buenas noches.

Para mis hermanitos los AE y los del ENS en especial el glorioso

C. E. R

Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja


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