lunes, 18 de abril de 2011

¿Qué está pasando? XVIII.



El tercer enemigo.


Como he sugerido en los textos anteriores, para no perder el hilo conductor de esta historia, es mejor leer lo escrito anteriormente.

Hemos visto en que momento somos enemigos de nosotros mismos, y cuando somos enemigos de nuestro prójimo.

Pero hay un tercer enemigo. No le conocemos, bueno, decimos que no le conocemos, pero en la realidad sabemos que existe y que está presente en toda la historia de la humanidad y aunque digamos en ocasiones, que no creemos, la verdad es que la relación con este enemigo es permanente, durante el tiempo de la historia humana y es más estrecha de lo que nos imaginamos, es más, podemos decir que es el que nos motiva a ser enemigo de nosotros mismos y enemigo de los demás.

Por alguna razón que no entiendo, porque negarlo de manera teología, filosófica y científica no solo sería una torpeza, sino un estallido de la más alta ignorancia, y prepotente estupidez, aun así quienes se dicen y precian de ser los cerebros más ilustres y encopetados lo niegan; y sus razones para hacerlo ni ellos las entienden.

No se trata de echarle la culpa a alguien por nuestras estupideces, no, la verdad es que somos responsables de nuestros actos, y sus efectos colaterales y es porque siempre, siempre, siempre, tendremos la alternativa de optar por una decisión encausada a la libertad que nos dirija a un bien común y ese siempre, siempre, siempre, sería un pensamiento lógico y con sentido común.

¿Pero de quien estamos hablando? Bien, empecemos. El tercer enemigo debe ser un ser que conoce a la perfección a la persona humana, un ser que sabe cuáles son las terribles debilidades de nosotros, y por esta razón se nos presenta como un caramelo; si, puedo decir, que se nos presenta como una tentación, y sabiendo nosotros que lo que se nos pone en frente nos causa un terrible daño, lo tomamos, sin embargo, en otras ocasiones se nos presenta como la única salida que tenemos, y como no sabemos decidir puesto que nunca nos enseñaron otra alternativa, no decidimos, sino continuamos, no paramos, y no pesamos que detenernos también es una opción, pero por alguna razón que no entiendo permitimos que los hechos continúen, a sabiendas del terrible daño que nos causa.

Este individuo, trabaja de manera soterrada tras las sombras, y cumple al detalle sus objetivos, puedo decir que nada se le niega y más cuando veladamente y actuando con mascaras, logra engañar hasta los más avezados e inteligentes sujetos que lo enfrentan.

Su inteligencia es brillante y cumple la función de un personaje importante en las altas esferas industriales, políticas, financieras y sociales, muchos lo hemos visto pero ignoramos quien es. Astuto en su proceder e implacable en sus decisiones. Para darnos una idea de quién es, debemos conocer cómo actúa.

En el Congreso Eucarístico de Filadelfia, en ese entonces el Cardenal Wojtyla, después Juan Pablo II afirmaba frente a un enjambre de periodistas que le apuntaban con el micrófono, ¨ Aun no hemos entendido que nos encontramos en medio de la confrontación histórica más grande que la humanidad jamás haya pasado…… en la lucha final entre la Iglesia y la anti-iglesia, entre el Evangelio y el antievangelio. ¨ Pero ¿a que lucha se refería el Cardenal? Sin lugar a dudas a la que en la actualidad se libra entre el bien y el mal, con un aparente dominio del mal, según los noticieros televisivos del mundo que suelen matar las esperanzas de un mundo mejor, pero ignorantes del seguro triunfo del bien.

Es en este punto de lo que estoy estudiando cuando me encuentro más limitado; puedo decir, que sé de qué se trata, pero no sé cómo describirlo sin que suene; - como en ocasiones me dice mi amada esposa, - ¨ fantasioso e ilusorio, sencillamente ¡fanático! ¨ ¡Dios mío! Que desastre, que fuerte esa palabra para quien se dedica a estudiar los acontecimientos sociales a la luz de los evangelios. Pero la verdad es que me aterra caer en ese fanatismo que ciega la razón y limita el ser objetivo, pero que con dedo acusador es el grito que suele apagar las palabras así estas sean lógicas y ciertas, ¡Fanático! Que ¡horror! Como me duele esa palabra y lo peor es que me cuestiona; será que en la realidad soy un ¿¡FANATICO!? ¡Dios!

Pero, ¿Cómo puedo meterme en un tema tan delicado como el misterio de la Iniquidad sin que suene ¡fanático! ¡Dios mío! que palabra tan agresiva y cruel pero tan significativa.

Sin embargo debo referirme a quien personaliza la maldad, es desenmascarar ese Misterio de Iniquidad que no es otra cosa que el odio visceral contra el Amor y la adoración del hombre a ese amor total y pleno, donado, que se fundamenta en el servir por simple Amor y a quien personaliza el Amor; es el odio a la religión en especial a la Católica y que en este odio pretende adulterarla desde sus cimientos, generando lo que se está convirtiendo en Cristofobia. Se trata de ese odio encarnizado y destructivo que cae implacable y violento todo aquello que señala el camino en madera a la vivencia personal con el Amor total, en donde se funde el Alma de la Persona Humana en el Amor sublime de un Dios que no quiere otra cosa que Amarnos sin medida, y que para quienes se dejan manipular por el Misterio de la Iniquidad, no es otra cosa que odiarlo, a Él y lo que representa. Espero no sonar ¡fanático!

Pero, que más odio a la vida que el aborto, que más odio a la vida que la Eutanasia, que más odio a la sociedad humana que las destrucciones masivas de las familias y las nuevas ideologías de género que motivan la destrucción de la unión familiar y el trascendental concepto social, que más odio a la persona humana que las guerras y matanzas, que más odio a los más inocentes que los abusos sexuales de los niños, que más odio que anteponer el dinero al bienestar de los pueblos, Que más odio contra la humanidad que la proliferación de las armas y sus perfeccionamiento para matar, es que ¿hay odio más bajo y ruin que matar el alma humana y desconocerle su dignidad? y ¿Cómo? Cuando los grandes industriales del sexo motivan al ser humano a la degradación del mismo hombre en la búsqueda de normalizar la pornografía en todas sus formas, ¿Qué más odio?

Es ese misterio de la iniquidad el que ha desatado una proliferación de corrientes extrañas y filosofías engañosas con alto contenido de esoterismo y ocultistas que enredando el intelecto de algunos ignorantes se apartan del camino de la verdad. Es ese misterio de iniquidad el que nubla el intelecto humano, cegándolo a tal extremo que, ya no le importa su trascendencia en lo más mínimo, descuidando su destino eterno. Es ese misterio de la iniquidad que deteriora espiritualmente a los pastores de la Iglesia Católica, y más cuando niegan lo evidente.

Perdimos el sentido de lo fundamental que es el conocimiento de la persona humana y su trascendencia, perdimos el interés de preguntarnos ¿Qué estamos haciendo aquí? O ¿Quiénes somos? Perdimos el fundamento de crecer como seres humanos, perdimos nuestro primer Amor que es lo verdaderamente fundamental y real en nuestra existencia.

Es Urgente, muy Urgente volver a nuestro primer Amor, retomar, aquello que nos hacia personas humanas trascendentes, retomar el fondo del Amor donado, es urgente servir desinteresadamente, es Urgente volver a la educación de lo formal, es Urgente mirar lo tradicional para recomenzar.

Y es Importante mirarnos, lo que éramos lo que somos y los que seremos si continuamos como vamos. No podemos pensar que como estamos, estamos bien, sería una estupidez. Es importante, definir, pero ¡ya! las directrices a seguir, es Importante no perder más tiempo, porque de lo contrario nos cuesta el futuro de nuestra especie.

¡Dios! ¡YA SÉ QUE ESTÁ PASANDO!

Buenas noches.



Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los MartesC. E. R Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja

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