lunes, 22 de noviembre de 2010

HAY HOMBRES CRIMINALES Y HAY HOMBRES MONSTRUOSAMENTE BESTIALES


La maldad satánica




En 1967, un par de gemelos, varones, fueron llevados al Hospital de Winnipeg, Canadá, cuando tenían ocho meses de edad. El propósito de esa visita era corregir una fimosis en los niños, pero terminó en un aterrador desenlace.


Durante la cirugía uno de los gemelos sufrió, un accidente por la falla técnica en el electro bisturí, que terminó con su órgano sexual destruido.

Ante la lógica desesperación, los padres del chico afectado acudieron al Dr. John Money, que en ese entonces se trataba de un afamado psicólogo neozelandés del Hospital John Hopkins de Baltimore. Money era el director de una clínica especializada en trastornos sexuales y, lo que es más importante, era uno de los principales mentores y radicales promotores de la teoría del género, que hoy en día es tan promocionada.


Su teoría –la misma que prevalece en la actualidad- es que la sexualidad no depende del orden natural sino que se construye y se elige, de esto que se diga en el argot popular de la sociedad mal llamada progresista ¨ EL hombre nace sexualmente neutro y la sociedad determina su orientación sexual ¨ es decir, nacemos sin ser hombres o mujeres, pero hay quien nos define si somos hombres o mujeres. ¡Dios mío! En fin.


Pero este psicólogo tenía la triste pero fabulosa oportunidad de probar su postura, pues nunca antes había caído en sus manos un caso así. Alguien nacido varón con un testigo casi clonado, su hermano gemelo, el que genéticamente pertenecía al sexo masculino. El mundo científico quedó expectante del caso. Lo mismo se diga del “lobby gay”, quienes no pierden oportunidad para gritar a los cuatro vientos la normalidad de su anormal condición y siempre presurosos por contar con la ciencia para justificar sus perversiones.


El niño fue castrado, vulnerando sus derechos humanos en las narices de sus padres quienes también fueron responsables pero sin la intención dolosa del afamado psicólogo. Se le practicaron las primeras intervenciones para dotarlo de un órgano sexual femenino y comenzó a ser criado como mujer. Sin embargo, contando con la sabiduría natural y como era de esperarse, el joven rechazó, de manera enfática, de modo biológico, hormonal, es decir, científico, la teoría aplicada por la figura de Money, que supervisaba la horrible y salvaje mutación; este rechazo fue siempre total y progresivo. Igualmente sucedió con la familia del niño, cuyos padecimientos psicológicos, morales y espirituales causaron gravísimas perturbaciones en su núcleo familiar.


En mayo de 1978, entrando el niño en la pubertad, Money intentó una nueva intervención quirúrgica, para la que había estado preparando artificialmente el cuerpo del paciente mediante la ingesta de determinadas drogas. A la par que, en cada foro científico del que participaba, exhibía su caso como trofeo del éxito de su perspectiva del género.


Afortunadamente el chico se resistió por la fuerza a ser intervenido. Todo en su ser, en su naturaleza, sentía un inmenso rechazo por lo que le estaban haciendo y así lo manifestaba. Apareció entonces, providencialmente, la Dra. Mckenty, quien no sólo se puso del lado del niño, sino que le planteó a sus padres la urgente necesidad de que le contaran su verdadera historia, hasta entonces desconocida por la víctima.


Conocida la verdad, El chico reaccionó como debería ser lógico ante tamaño abuso y como se debe comprender, el, ahora joven, decidió reasumir la identidad masculina que le había sido criminalmente negada. Se bautizó y eligió el significativo nombre de David, en alusión a su lucha desigual injusta y solitaria contra el enorme mal que lo acosaba.


Un equipo de la BBC de Londres siguió el caso de cerca con serios enjuiciamientos de la dolosa conducta del Dr. Money, cuya maldad y bestialidad fueron quedando en total evidencia. Mucho tuvo que ver en este desenmascaramiento del degenerado sexólogo, la presencia del Dr. Milton Diamond, quien comprendió, por simple sentido común y por su propia ciencia médica, que se estaba frente a una clara aberración.


David encaró del mejor modo posible la ardua pero gozosa tarea de reconstituir la natura que injustamente le habían negado. Profundamente religioso, le pidió a Dios la gracia de poder ser un buen padre y un buen esposo. Ayudado en el legítimo empeño por su familia, y de un modo muy especial por su hermano gemelo, el 22 de septiembre de 1990, a los 23 años, contrajo matrimonio con Jane, una joven de 25 años, en una iglesia de Winnipeg.


Dio un paso más. Decidido a refutar testimonialmente la teoría criminal perspectiva del género, y siempre con el respaldo de su familia, se puso en contacto con el escritor John Colapinto, a efectos de que su historia fuera conocida por todo el mundo. El resultado fue el libro ¨ As nature made him . The boy who was raised as a girl, New York, Harper Colins, 2001, de 289 páginas.¨


El drama y la reacción heroica de David Reiner –cuya historia hoy puede seguirse pormenorizadamente en varios sitios de internet- sólo permiten extraer un par de conclusiones definitivas, y todas ellas sustentadas en ese inapelable veredicto de la empírica y de las ciencias duras, que suelen ser las únicas creencias de los mal llamados progresistas promotores del homosexualismo, lesbianismo y de la errónea teoría del género que suele atacar a nuestros jóvenes y del que tanto he escrito en este Blog.


Existe el orden natural, esa realidad irrefutable y de la que no podemos negar su existencia. Su negación es demencia, malicia, ceguera ideológica, odio contra la persona humana o todo ello combinado. La naturaleza es siempre la naturaleza, y aunque se la expulse por la fuerza, también por la fuerza sabe volver por sus fueros, porque es inderogable, total y plena, como sello encriptado de su creador. Fue Horacio, un poeta pagano del siglo primero antes de Cristo, quien supo decirlo taxativamente: “Expulsa a la naturaleza a golpes de horca; ella, porfiada, retornará, e indomable, sin que tú lo sientas, destruirá los hábitos desdeñosos” (Epístolas, I, 10,v.24-25).


La perspectiva del género es una vulgar mistificación, para encubrir con ropajes pseudocientíficos y engañofilosóficos los que no puede llamarse sino como siempre se llamó: antinaturaleza. No existen sino dos sexos, esa es una realidad, esa es una verdad natural irrefutable, y si hoy se pueden "construir" otros, como se pueden construir otras “familias”, ello no prueba que el “constructo sociocultural” sea válido o deseable, prueba únicamente el grado de descomposición y corrupción bestial al que se ha llegado. Las nuevas alternativas “nupciales” o parentales, no demuestran los beneficios del relativismo ético. Diagnostican el triunfo de la consigna leninista: la putrefacción es el laboratorio de la vida. Si el engendro de Frankestein, en vez de permitirnos deducir que es aborrecible el amontonamiento de carnes para dar vida a una realidad monstruosa, nos lleva a sostener la licitud y la posibilidad de una antropología frankesteiniana, pues entonces habrá que prever para los "constructores" de la nueva humanidad relativista y etéreamente babosa, el mismo destino que soportó el mítico creador de aquel monstruo horripilante.


Si los homosexuales lesbianas feministas y demás movimientos de este mismo tipo fueran coherentes y por ende inteligentes, no deberían haber reclamado jamás el matrimonio. Lo que condice con sus prácticas y con sus ideas es el apareamiento transitorio y promiscuo, sucesivo o simultáneo, hedonista y soluble, sin vestigio alguno del institucionalismo burgués.


El matrimonio, en cambio, es una institución de Orden Natural, anclado en aquellas categorías tradicionales que los mismos sodomitas dicen rechazar. Pedir matrimonio homosexual es pedir anarquía ordenada, caos conservador, delito virtuoso, desgobierno gobernado y subversión subordinada a la autoridad instituida. No piden matrimonio los homosexuales porque crean en él. Lo piden porque lo odian y porque saben que, asumiéndolo ellos, es el modo más vil de destruirlo.

Luis Eduardo López Padilla

Creo que no hay más que decir.



Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los Martes

C. E. R
Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja

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