viernes, 20 de agosto de 2010

LA EXPERIENCIA DE UNA LOCURA INIMAGINABLE


La defino como el más dulce dolor del Alma, sí, el Amor


Una indudable característica de la Persona Humana es que estamos constantemente acompañados de nuestros sentimientos que se encuentran encriptados en nuestro ser invadiendo nuestro cuerpo, alma y espíritu, los cuales hemos de saber encauzar para obrar prudentemente.


Conozco un relato sobre el tema, Sucede que un buen día la Locura invitó a sus amigos para tomar un café en su casa. Todos aceptaron gustosos menos, y como es obvio, el Resentimiento que se quedó con el Odio y la Antipatía que no podían ver a los demás.

Una vez en su casa, después de tomar el café, la Locura les propuso: ¨ ¿Quieren que juguemos a las escondidillas? ¨ Inmediatamente el Entusiasmo con su habitual actitud aceptó gustosa aunque no sabía de qué se trataba.

¨ ¿Qué es eso?¨ preguntó la Curiosidad. ¨ También se llaman escondidillas y es un juego en el que yo cuento hasta cincuenta y luego los voy a buscar. El primero en ser encontrado será el próximo a contar¨ - respondió la Locura.

Todos aceptaron contentos, menos el Miedo y el Perjuicio que no se atrevieron a jugar. La Locura escondió su rostro entre sus manos y comenzó a contar: ¨uno, dos, tres…. ¨ La Prisa salió despedida y fue la primera en esconderse en cualquier lugar. La Timidez, tímida como siempre, se escondió apenas tras un árbol con su sonrojado rostro.


La indecisión no se decidía por ningún lugar. La Alegría corrió contenta y con brinquillos se escondía entre las aromáticas flores del jardín; y el Desconsuelo comenzó a llorar, pues no hallaba un lugar apropiado para esconderse. La Envidia siguió al Triunfo y se escondió cerca de él, debajo de una piedra. La Locura seguía contando: y sus amigos se iban escondiendo. La Indecisión seguía sin decidirse.

La Desesperanza quedó desesperada al ver a la Locura que ya estaba por terminar su conteo. ¨ … cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, y cincuenta gritó al fin la Locura: ¨ Voy a comenzar a buscarlos.¨

La primera en aparecer fue al Curiosidad ya que no aguantaba más, queriendo saber quién sería el próximo en contar.

Al mirar para un lado, la Locura vio a la Duda encima del muro, sin saber en cuál de los dos lado se escondería mejor. Y así fueron apareciendo, la Alegría que no dejaba de saltar, la Envidia, la Timidez…… Cuando estaban todos reunidos, la Curiosidad preguntó: - ¿Dónde está el Amor? Faltaba el Amor, nadie sabía en donde se escondía.


La Locura desaforada comenzó la búsqueda. Buscó en la cima de la montaña, en los valles y ríos, en los techos de las casas y nada, el Amor no aparecía. Buscando por todos lados, la Locura vio un rosal y recordó el gusto que el Amor tiene por la Rosas y comenzó a buscar entre los tallos, y de repente oyó un grito. Era el Amor, que se había aguijoneado los ojos con las espinas del rosal, al ser movidos por la Locura.

La Locura no sabía qué hacer y gritaba, se puso como loca. Pidió disculpas, imploró por el perdón del amor y hasta prometió servirle para siempre.

EL Amor aceptó amorosamente como es él, las disculpas de la Locura y perdonó de todo corazón. El Juego terminó y todos se despidieron al irse para sus casas, pero el Amor no podía ver y se quedó con la Locura que decidió acompañarlo siempre. Por eso desde entonces y hasta nuestros días. El Amor es ciego, y la Locura siempre la acompaña.

Si bien es cierto que para Amar a alguien es necesario conocerlo, también es cierto que podemos experimentar en nuestros actos, las extralimitaciones a que nos lleva el Amor yendo más allá de lo que podemos llamar razonable. De tal manera, que se le puede calificar de locura, porque constantemente rebasa todos los límites entendibles, llevando las actuaciones hasta el extremo.

Las manifestaciones de la Locura del amor son muchas; como, una loca de amor llamada Teresa en la ciudad de Calcuta, que amaba tanto que se abandono para que ella fuera la servidora de los menesterosos, o la locura de un amoroso Maximiliano Kolbe, de llegar a ofrendar su vida por un desconocido, la locura de un Pedro Claver, de cuidar de los esclavos, en fin; son millares los que por fortuna estuvieron locos y que hoy en día otros continúan con esa locura que una vez que conocemos la fuente del amor se convierte en un contagio gozoso, de quienes se dejan invadir por esa locura del amor. A estos, los del manicomio de amor, son envueltos en la más asombrosa aventura de sus vidas, en las que el dulce dolor del alma, cautiva a quien ostenta la fuente de vida del amor, los arrulla en sus amorosos brazos para luego depositarlos en su corazón.

Por esto, San José María solía utilizar del término de locura para invitarnos a amar así al Señor y a la Virgen María:

¨ Te daré un consejo, que no me cansaré de repetir a las almas: que ames con locura a la Madre de Dios, que es la Madre nuestra. ¨ Es ella, que de la mano recoge a sus loquitos y los conduce ante su Divino Hijo que es nuestra verdadera y única Salvación.



Para mis hermanitos los A.E y los del ENS en especial el glorioso y los pequeñitos de los Martes

C. E. R


Que Dios los bendiga y la Virgen los proteja




1 comentario:

José R. González dijo...

precioso relato :) y muy instructivo. Un saludo, te leeré!