viernes, 26 de septiembre de 2008

El Espíritu Santo en nuestras Vidas. Edifica la Iglesia


El escrito de esta tarde es sobre el Espíritu Santo.

¡Miércoles! Cuando me entra el arrebato me entra enserio y tengo una serie de cosas en la cabeza con base a lo que he leído últimamente que trataré de plasmarlas en el papel.

Vele la pena decir que parte de este escrito, son algunas meditaciones que el padre Salles me invita a meditar, en algunas cosas estoy de acuerdo con él, pero en otras me deja grandes dudas, invitándome a estudiar sobre el tema.

Tal vez lo más atractivo de Nuestro Señor, es que lo reviste una corona de misterio y para mi esto es como un merengue en la puesta de un colegio. Francamente esto es irresistible, así que en lo personal creo que Nuestro Señor como nos conoce tan bien y sabiendo lo buen pescador que es, me manda el anzuelo con una buena carnada para atraerme. Que cosa. Y como es lógico yo me dejo pescar. Pero ¿quien no se dejaría pescar? Y la respuesta a esta pregunta por desgracia es: son muchas las personas que no se dejan pescar.

Cualquiera diría, ¡que tontos! Pero decir esto sería una injusticia, porque nadie sabe con la sed que vive el vecino, y entendiendo que para uno de nosotros existe un plan de salvación diferente. El mío fue el de la pesca. Bien Mi señor, yo me dejo pescar, y gracias por atraerme a Ti, bendito seas Tu Mi Señor Jesús, y Bendita sea tu Santísima Madre la Virgen María.

Empecemos.

No es fácil hablar del Espíritu Santo, y es porque nos falta una comparación, una analogía sencilla para poder entenderlo. Todos sabemos lo que es ser padre y cuando hablamos de Dios Padre, de alguna manera sabemos que quiere decir esto y cuando decimos que Cristo es el Hijo, entendemos también esto.

Pero cuando hablamos del Espíritu Santo no entendemos muy bien porque no tenemos una analogía sencilla y es en este punto donde radica todo el problema. Bueno, para mí se me convierte en una enorme incógnita.

Bueno como pueden ver, tengo otro arrebato de inspiración, Que cosa, espero que les guste, hay les va.

San Irineo en el siglo segundo, decía que el Espíritu Santo actúa como el agua que cae sobre el campo y por esta función hace germinar las plantas para luego desaparecer. Esto podría decir que se asemeja a las actuaciones del Espíritu Santo que cae sobre nuestra Iglesia y da vida a todo lo que requerimos para crecer espiritualmente, pero he de decir que este ejemplo se queda corto, porque el Espíritu Santo actúa de manera contundente y no se le puede asemejar al agua, sin embargo este ejemplo vale la pena.

El Espíritu Santo es Aquel que nos adhiere a Cristo, nos introduce en Cristo como sarmientos en la sepa, y una vez que estamos en Cristo participamos de su vida filial, es decir, que somos amados por Dios Padre, en Cristo, y dentro del mismo amor con que el Padre ama a su Hijo Cristo, a esto le llamamos la vida de la gracia que el Espíritu Santo engendra dentro de nosotros, esto es una vida de filiación.

Esto quiere decir que el Espíritu Santo nos introduce en Jesucristo y por lo tanto nosotros somos amados por Dios Padre dentro de su mismo amor en EL que ama a su hijo Jesucristo, por lo tanto somos convertidos en hijos en el Hijo, pues, la gracia nos hace hijos en el hijo.

Pero, ¿que es la gracia?- Bien, la gracia es ni mas, ni menos que Dios Padre me ama y a cada ser humano, con el mismo amor con que ama a su Divino Hijo Jesucristo.

Cristo es el Hijo eterno del Padre, es Dios como el Padre, nosotros no, pero hemos sido involucrados por adopción en esa relación filial que va de Cristo al Padre y participamos de su filiación Divina, por eso nosotros podemos llamarle a Dios Padre del mismo modo que Cristo le llama Padre o Abba en arameo, o Papito en Español, y esta es la filiación cristiana, yo soy hijo del Padre por intermedio de Cristo con la acción del Espíritu Santo.

Por lo anterior, la función del Santo Espíritu es insertarnos en Cristo, hacer comprender la Palabra de Cristo. Introducir en nosotros el crecimiento de la filiación Divina, ser el agente de la Santidad en Cristo a lo largo de toda nuestra vida terrena.

El Espíritu Santo ha venido a nuestra Iglesia como fruto del Misterio Pascual. Podríamos decir que Pentecostés es la fiesta de la fecundidad del misterio pascual. Cristo se entrega al Padre en la Cruz, por nosotros. El Padre se entrega a su Hijo aceptando su sacrificio Y del abrazo del Padre y del Hijo hay una explosión de vida en una fusión de amor puro y simple dando paso para que habite el Espíritu Santo en la Iglesia, así como en el seno de la Santísima Trinidad el Espíritu Santo es el abrazo del Padre y del Hijo.

Ahora bien, en el Antiguo Testamento el Espíritu Santo ya aparecía, y aparecía como una realidad. La Iglesia nos dice que habló por lo profetas y actúa por intermedio de los justos, aunque sea de una manera transitoria, provisional, y preparatoria, y sobre todo anuncia la gran promesa del Espíritu Santo.

En el Antiguo Testamente no se nos habla de Dios Padre, y esto es lógico, pues, el pueblo judío era testarudo y de dura cerviz, y Dios dentro de su sistema pedagógico tenía que enseñarles la idea de un Dios único, y no se podía hablar de la Santísima Trinidad en el Antiguo Testamento porque, lo más seguro es que este pueblo habría concebido que se trataba de tres Dioses, y por ende tendrían un error politeísta.

Pero se insinúa la realidad y muchos profetas hablan de un espíritu que ha de venir que, sería derramado en los tiempos mesiánicos y que después por intermedio de Cristo descubrimos que se trata de la tercera Persona de la Santísima Trinidad.

En el Antiguo Testamento hay muchas profecías relativas al envío del Espíritu Santo como la de Joel en el capitulo III, en donde nos anuncia que el Espíritu Santo será derramado en todos los corazones y profetizaran los hijos y las hijas. El mismo profeta Ezequiel tiene la visión del campo lleno de huesos secos y nos dice que por medio del Espíritu Santo esos huesos secos recobrarán su carne y revivirán. Estando en el exilio de Babilonia, se vale de una imagen para decirnos que el pueblo volverá de nuevo a Israel para gozar de las promesas de la alianza de Dios por medio del Espíritu que lo vivificará y que se les dará sobre todo en los tiempos mesiánicos.

Otra profecía es la de Zacarías cuando ve manar el agua que sale del templo y cuando Jesucristo hace referencia a esta parte del Antiguo Testamento alude a esta agua que sale del templo como la acción del Espíritu Santo.

Pero, en el antiguo Testamento no se habla como una persona de la Santísima Trinidad y solo fue Jesucristo el que le dio esa titularidad y que el mismo Jesús se presenta como el Hijo de Dios Padre.

San Juan en el capitulo siete versículo 39 aclara cuando habla del Espíritu Santo como una persona distinta y como fruto del misterio Pascual.

Hay una referencia en el Antiguo Testamento, que me parece de las más hermosas, y es cuando Moisés con su vara toca la piedra y de ella sale agua para calmar la sed del pueblo. Bien, pues, la roca es Jesús, y el agua que sale de la roca, es el Espíritu Santo que con la palabra sacia la sed del pueblo de Jesús, es decir a la Iglesia de Cristo.

_ ¨ Os digo que os conviene que yo me vaya, porque si no me voy el Espíritu no vendrá sobre vosotros.- ¨ nos dice el Señor, entonces cuando envía el Señor al Espíritu Santo el día de Pentecostés la Iglesia es bautizada como Católica, apostólica y el Espíritu Santo es el que habita en ella como si fuera el Alma de nuestra iglesia. Es decir, si a mi me dicen que la Iglesia Católica esta viva, sin temor a equivocarme puedo decir que si.

Hipólito en el siglo Tercero nos dice que el Espíritu Santo es como un perfume que se expande en toda la Iglesia una vez se ha roto el frasco que lo contenía. Y el frasco que contenía el Espíritu es Cristo que se rompió por nosotros en la Cruz.

Ahora bien, entendiendo lo anterior, podemos preguntar cual es la obra del Espíritu Santo en nosotros, porque es una obra fundamental para nuestra vida cristiana.

Bien, no es errado decir que se trata del artífice de nuestra vida cristiana. Lo primero que hace el Espíritu Santo es traernos a Cristo a nuestra Iglesia particularmente en la Eucaristía de una forma invisible, grandiosa y real. Mucho más eficaz de la que tuvo Cristo en Palestina.

Cuando vemos al Sacerdote, que está celebrando la Santa Misa, en el momento de la consagración, adquiere una posición en la que pide al Espíritu Santo convertir el pan en el Cuerpo de Cristo y el vino en la Sangre. La oración de consagración y la postura con las manos en momento de oración se llama epíclses que significa en griego llamada, y se llama al Espíritu Santo para que nos traiga a Cristo a la Eucaristía y en las demás oraciones invocamos siempre al Espíritu Santo.

Es interesante ver la explanada en Jerusalén donde queda el muro de las lamentaciones, en este sitio se encuentra la única parte que queda del templo de Salomón, que como sabemos fue destruido en el año 70 por las fuerzas romanas de Tito, pero, tampoco se puede edificar otra vez el templo porque en este lugar los musulmanes edificaron dos mezquitas llamadas el domo de la roca, que se convirtieron en el segundo lugar más sagrado para ellos, después de la Meca, de tal manera que si los Judíos quitan las mezquitas para edificar de nuevo el Templo, estaríamos frente a la más terrible de las guerras entre judíos y árabes, y sin lugar a dudas una devastación en la cual correría peligro el futuro de la humanidad. Dios no permita esto.

Esto me recuerda las palabras de Jesús en los evangelios cuando nos dice, - ¨ Ves este templo, yo lo voy a destruir y en tres días lo reconstruiré. - ¨ anota San Juan. ¨ Se refería a su cuerpo resucitado que como sabemos está presente en la Eucaristía, y ¿que quiere decir esto,? quiere decir que allí en Jerusalén ya no está el templo de Dios, o la morada de Dios, por que después de la resurrección Cristo se encuentra en la Eucaristía. Ahora el templo de Dios está donde se encuentra la Eucaristía, que es su cuerpo glorificado, es El que nos trae el Espíritu a la Eucaristía y una vez que se encuentra en la Eucaristía nos da a chorros una fuente espiritual de Gracia, no hay presencia más eficaz entre nosotros que la presencia de Jesús en la Eucaristía, de tal manera que cuando uno tiene la fortuna de pasarse un buen rato frente al sagrario quedará marcado, no le faltará la gracia, no le faltará el don del Espíritu Santo.

Por lo anteriormente escrito podemos deducir que El Espíritu Santo tiene como función, traernos a Cristo, y llevarnos a Cristo, hacer comprender la Palabra de Cristo y entender la Palabra de Cristo. La carta de los Romanos nos dice, - ¨ nadie puede decir que esto es de Cristo sin la acción del Espíritu,¨ si amamos a Cristo es por obra del Espíritu Santo, por o tanto la pasión del Espíritu Santo es Cristo.

En días pasados, meditaba cuanto había cambiado mi vida desde que empezó mi conversión. Hace unos veinte años cuando era soltero mi vida era muy desordenada e irresponsable, pero desde que estoy orando y me encuentro con Jesús sacramentado en el sagrario por lo menos una vez al mes o asisto a misa diariamente, mi vida es radicalmente otra. El giro fue total, ya las angustias no me atropellan, y cuando falto a misa un día siento un vacío en mi corazón inexplicable, ¿puedo decir que este cambio es la acción del Espíritu Santo en mi?, claro que si, y a eso le debo la alegría, la fe y la esperanza que tengo, yo no encuentro otra explicación y definitivamente esto me marca.

Si el Señor se ha querido quedarse entre nosotros es porque El sabe que le necesitamos más que el pan que comemos, y si necesitamos un pan para vivir humanamente, Espiritualmente necesitamos ese don del Espíritu Santo para vivir día a día, y ha querido quedarse con nosotros en la Eucaristía para darnos, el don de su Espíritu y darnos la fuerza que nosotros no tenemos.

¿Saben? En muchas ocasiones me han dicho lo hermoso que es Palestina, pero en mi pensar no creo que sea más hermoso que los campos de Boyacá cuando surcamos la carretera que conduce a Tunja, o más hermoso que el parque Tayrona o el Amazonas, o un amanecer llanero en las sabanas de Casanare u otra parte de este planeta. Es posible que la riqueza histórica se manifieste en recorrer los lugares en los que vivió Jesús, que en la actualidad deben estar muy cambiados, pero la verdad, Cristo no está allá, si es por buscar a Jesús lo encuentro en el sagrario, en cualquier sagrario de cualquier templo Católico, ahí está El, El Sumo Portento del Universo, nuestra meta, con quien debemos estar.

Pero me imagino que esto no quiere decir que Dios no escuche las oraciones de los judíos en el muro de las lamentaciones, o las alabanzas de los protestantes en sus templos de garaje, porque el Santo Espíritu, es omnipresente y sin lugar a dudas Dios en su amorosa misericordia atiende sus oraciones. Sería muy triste pensar que no lo hiciera, pero el templo de Yahvé ya no esta en esos lugares, y por mucho que recen los Judíos, y que canten los protestantes, ni está ni estará nunca, pues, el Templo está donde está la Eucaristía, que nos la trae el Espíritu Santo.

Segundo; el Espíritu Santo nos hace vivir una vida cristiana, porque, como lo dijimos antes, nos introduce en Cristo y nos hace Hijos de Dios en Cristo y yo soy amado por Dios Padre en Cristo, de tal manera que me ama como a su Hijo, y me la creo, que soy alguien importante para Dios.

Entonces ser cristiano es algo sumamente importante porque la gracia nos mete en el seno de la Santísima Trinidad. Siendo así, si somos hijos del Padre, tendremos que tener una relación diferenciada con la Santísima Trinidad, pero si vivimos esa vida filial, tendremos que abandonarnos en Dios Padre, por lo tanto que la fe es el abandono en la providencia, en la voluntad de Dios Padre, vivir su providencia Paternal cuando estamos en tribulaciones, cuando tenemos problemas de cualquier índole, así que el primer mandamiento es dejarse amar por Dios, es decir, dejar las preocupaciones en manos de Dios.

De tal manera que cuando nos atacan las preocupaciones y los desconciertos debemos incrementar nuestra relación con Dios, hacernos pequeños, mínimos para pedirle al Padre que salga en nuestra defensa.

El demonio, que aunque muchos teólogos digan que no existe, pero que yo cada día lo conozco más y que su mayor victoria sobre los hombre es hacernos creer que no existe, pero se nos olvida que hay pruebas irrefutables de su existencia, pues, nos mete las preocupaciones y las tentaciones, para hacernos caer en el pecado. Es curioso, una vez que empezamos a orar y pedirle al Dios su asistencia y a María su cuidado, esas preocupaciones desaparecen, y esa es la forma de vivir la relación filial con Dios Padre, pedirle a EL que nos asista en la defensa de nuestro derecho a ser salvados por su Hijo.

Con Cristo nos relacionamos cuando estamos en la Eucaristía, cuando nos encontramos con EL frente a un sagrario. Debemos entender que Cristo es la clave de nuestra vida filial, es el centro, el corazón de nuestra vida cristiana, es importante fijarnos que entramos en la Santísima Trinidad con Cristo, reconociéndonos como hijos en el Hijo. Es nuestro redentor que nos ha liberado del pecado y de la muerte, por eso entramos en el seno de la Santísima Trinidad insertos en el Hijo.

San Pablo fue el que explicó esto de manera magistral y decía. - ¨ Ser con Cristo, Vivir con Cristo.- ¨ De tal manera que podemos decir sin ningún error, que nuestra pasión es Cristo, y vivir por Cristo es estar dispuesto a todo, hasta ofrendar nuestra propia vida por El. Un cristiano es un bienaventurado. Lo más seguro es que va a ser perseguido, señalado, humillado por los que están en contra de Cristo. Pero si ama a Cristo, y por El ofrece su sacrificio, su entrega, por que esta convencido de Cristo, de su amor por nosotros, que dio su sangre por nosotros y esa es la antesala del cielo. Ser cristiano es vivir de Cristo, al lado del amor de Cristo. No somos hijos de Cristo, eso sería una herejía, pero EL es el centro de nuestra vida, la clave de nuestra salvación y de nuestra alegría.

Nos dirigimos al Espíritu Santo cuando oramos por la Iglesia porque todo eso es función del Espíritu Santo y así entramos en el punto tercero; El Espíritu Santo es el que sostiene la unidad de la Iglesia, la Santidad de la iglesia, la catolicidad de la Iglesia. Puedo decir que es un milagro que la Iglesia se siga manteniendo la fe después de 20 siglos y más aun cuando veo esta nueva teología que por lo general ataca la Santa doctrina de nuestra iglesia. Esta parte me recuerda a la Beata Ana Catalina de Emmeric una monja Agustina del siglo XVIII, nacida en Alemania en la población del Dulmen.

En una de sus visiones decía que veía a unos hombre que demolían con fuertes martillazos los pilares de una enorme catedral, estos demoledores eran de la Iglesia Católica y cuando casi la tenían destruida llegaba Nuestro Señor Jesucristo y la defendía; puedo decir que estos demoledores son los que con su nueva teología, minan la tradición Apostólica y la sana doctrina de nuestra Iglesia que por siglos nos ha mantenido, pensando que, con sus nefastos aportes contribuyen al crecimiento de nuestra Iglesia, pero, Jesús ya dijo todo, y está escrito en la revelación pública que son los evangelios, y todo lo que este en contra de ello o del magisterio de la Iglesia entra en un subjetivismo moral que por lo general raya en la herejía.

No me cabe la menor duda que el Santo Espíritu actúa. Cuando uno estudia la historia de la Iglesia se da cuenta que debería haber desaparecido hace mucho tiempo, por las diferentes crisis que ha tenido. Pero la Iglesia no desaparece, siempre surge un movimiento, una persona, o algo providencial suscitado por el Espíritu Santo para que la Iglesia no se caiga, ahora estamos en medio de una fuerte crisis pero curiosamente, en medio de esta crisis el Espíritu Santo nos ha dado del Catecismo de la Iglesia Católica, entre encíclicas y numerosos escritos acordes con el magisterio de la Iglesia, que hacen que algunos teólogos se muerdan los codos de la piedra, bueno en fin, la Iglesia sigue manteniendo la misma fe, por encima de los teólogos modernos que con su necedad quieren cambiarlo todo, dueños del más baboso y tibio relativismo.

Claro que no puedo caer en un sofisma de falsa generalización, pues no son todos los teólogos actuales. Hablo de aquellos que se pegan a los pensamientos modernistas y posmodernistas.

Pero por encima de los cismas, divisiones, apostasías, herejías, y nuevos teólogos modernistas o posmodernistas, la Iglesia siempre ha salido Victoriosa, lo que me hace recordar la promesa de Nuestro Señor Jesucristo.- ¨ Las puerta del Infierno no prevalecerán sobre las puertas de cielo.- ¨ y sabemos que la Iglesia tiene las puertas del cielo porque Jesús se las entrego a Pedro con todo y llaves.

Otros movimientos desaparecen al cabo de algunos años o de algunos siglos, en realidad al marxismo le daban unos quinientos años de vida pero lo que veo ahora es que esta siendo fundido por el mercado de capitales, el existencialismo y cuanto pensamiento existía ya no queda nada ha ido desapareciendo, se han derrumbado las ideologías ya no tenemos ideologías y esto es grave. Solo queremos vivir el momento tratando de gozar y disfrutar a través de nuestras pasiones carnales para no encontrar el inmenso vacío que llevamos adentro y en medio de un mundo en crisis que carece de pensamientos y bamboleado por un modernismo recalcitrante. La Iglesia sigue manteniendo la misma fe y como están las cosas es un milagro y se trata de un milagro del Espíritu Santo.

Pero, cuando la Iglesia está en crisis es cuando el auxilio del Espíritu Santo actúa, con contundencia y amor, y un ejército de Santos, Santos desconocidos, entran a contrarrestar los embates de quienes quieren hacer daño; en lo personal, puedo decir que soy un católico tranquilo, porque el timón de este enorme buque, lo dirige el Espíritu Santo. Hay hombres y mujeres que callados se les nota por la paz que habita en su corazón, la sonrisa que alumbra en sus labios, que el Espíritu Santo dirige sus vidas y son dóciles a su actuar, de tal manera que no me preocupo, porque hay Santos a montones, se les ve, se les siente, se les huele, al perfume que destila el Señor cuando deja regar su amor sobre su Iglesia.

Algunos son beatificados o santificados que son apenas una pequeña selección, pero hay otros calladitos, desconocidos que suscita el Espíritu Santo en el seno de su Iglesia, yo puedo decir que conozco muchos santos, que diariamente asisten a misa y colaboran con las funciones de la parroquia y sé que por Jesús dan su vida. Conozco, a sacerdotes entregados a su Iglesia con un amor in entendible para quienes no ven más allá de la modernidad que les rodea, muchos santos que no subirán a los altares, por eso puedo decir que el Espíritu Santo, mantiene la catolicidad de su Iglesia y catolicidad no significa simplemente que está extendida por todo el mundo, si no que la Iglesia sigue manteniendo todas las verdades universales, tanto en el campo moral como en el social. Es increíble ver que la iglesia católica está en el lugar donde se juega el futuro de una verdad moral humana y puedo asegurar que la Iglesia es la patria de todas las verdades, pues, de seguro que allí donde hay una verdad sobre el hombre esa verdad pertenece a nuestra iglesia.

La Iglesia escribe sobre problemáticas sociales y sobre problemas morales, porque nada de lo que sea profundamente humano puede ser ajeno a nuestra Iglesia y es porque guarda la verdad y Católico significa universal pero también significa verdadero dice San Cipriano Obispo Africano del Siglo XIII.- ¨ Muchas veces vienen paganos preguntando dónde está la iglesia de los católicos, y resulta que los mismos herejes al preguntar diciendo donde está la iglesia Católica, sin darse cuenta la llaman Verdadera y Universal, esa que está en comunión con Roma.- ¨

No debemos tener miedo, pues, Dios saca hijos de Abraham de las piedras, y cuando faltan los sacerdotes, el Espíritu Santo, suscita monjes con aires de santidad, y cuando faltan estos, El Espíritu Santo levanta movimientos de laicos como los Equipos de Nuestra Señora, con fuerza de santidad, así que no tengo miedo ni debemos temer y por ende a la Iglesia no le faltará nunca la fidelidad de su esposo y tendrá siempre la misma fe.

Y mis queridos hermanitos, para terminar, ¿Cómo vivir la vida del Espíritu? Pues, lo primero que debemos hacer es dirigirnos al Espíritu Santo para pedirle su asistencia y caminar con El hacia la santidad, lo hemos leído en muchos libros que nos hablan de los santos, como Santa Teresa que ha fundado conventos o los escritos de Santo Tomás con la suma, o el trabajo de los evangelizadores como San Francisco Javier con sus viajes por el oriente y decimos imposible yo no puedo hacer esto, pero confundimos una gracia especial que es un carisma que el Espíritu Santo le da a una persona para el beneficio de la Iglesia con lo que es realmente la santidad.

Para ser santos no hay que tener gracias especiales, no escribir libros ni fundar conventos, ni largos viajes para evangelizar. Para ser santos solo hacen falta dos cosas, una, dejar nuestras preocupaciones en manos de Dios, vivir la filiación divina abandonándonos en su providencia y no luchar la batalla del amor propio. Solo luchar la batalla del amor de Dios, que es más interesante, la batalla de la verdad, la batalla del bien, la batalla de hacer felices a quienes tenemos a nuestro alrededor con eso somos santos y si se lo pedimos al Espíritu Santo, lo más seguro es que el nos lo concederá, por que son tan pocos los que le piden esta gracia y al Espíritu Santo le sobran horas para trabajar, que nos santifica si se lo pedimos con el corazón pidiéndole los dones que El concede.

El don de sabiduría que significa saborear las cosas de Dios, el don de inteligencia que no se trata de la inteligencia para las ciencias humanas sino la inteligencia para comprender los misterios de Dios, el don del consejo, el don de fortaleza, y este don si que se necesita para vivir la fe y dar testimonio en el mundo de hoy, que es un mundo falso, carente de ideas y de pensamientos, se ha quedado vacío no tiene cimientos para edificar una vida verdadera. El don de piedad, palabra latina Pietas que nos invita a relacionarnos como niños con nuestro Padre Dios, hacernos niños y reconocer filialmente a nuestro Padre.

Debemos orar al Espíritu Santo frecuentemente, que nos de estos dones, pedirle por el Papa, por la Iglesia, por los sacerdotes, pedirle, pedirle, por todo, que El nos ama. Por eso déjenme decirle. Ven Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo, Padre amoroso del pobre don de tus dones esplendido, luz que penetras las almas fuente del mayor consuelo, ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo tregua en el duro trabajo brisa en las horas de fuego , gozo que enjuga las lagrimas y reconforta en el duelo, entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos, mira el vacío del hombre si tu le faltas por dentro, mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento, riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero, reparte tus siete dones según la fe de tu siervos, por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su merito, salva al que busca salvarse y darnos el gozo eterno. Amén.

Gracias

De un simple pecador amado por Dios.

Para mis hermanitos.


Carlos Eduardo Román H



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